dom. Nov 24th, 2024

Nueve personas murieron y unas 300 resultaron heridas en una nueva ola de estallidos de aparatos de comunicación del Hezbolá en Líbano, al día siguiente de las explosiones atribuidas por la organización proiraní a Israel, que avivaron temores de una guerra total en la región.

Una fuente cercana al movimiento islamista indicó que varios aparatos de comunicación “explotaron en el suburbio del sur de Beirut”, uno de sus bastiones, y medios de comunicación estatales informaron de explosiones en el sur y el este del país.

Imágenes de AFPTV mostraron personas corriendo para ponerse a cubierto tras una explosión durante el funeral de cuatro milicianos de Hezbolá fallecidos en la ola e estallidos del martes en el suburbio de Beirut.

El Ministerio de Salud libanés afirmó que la “nueva ola de explosiones, de walkie-talkies (…), mató a nueve personas e hirió a más de 300”.

El martes, la explosión de cientos de bíperes utilizados por el Hezbolá dejó 12 muertos, entre ellos dos menores, y 2 mil 800 heridos, cientos de ellos miembros del grupo proiraní, que imputó a Israel el ataque y prometió un “justo castigo”.

La guerra “se desplaza hacia el norte”

Israel se abstuvo de cualquier comentario sobre esa primera oleada de explosiones, ocurrida horas después de que anunciara la extensión a su frontera con Líbano los objetivos de la guerra iniciada en octubre contra el movimiento islamista palestino Hamás en la Franja de Gaza.

El Hezbolá, aliado de Hamás, indicó que “la resistencia islámica en Líbano continuará (…) sus operaciones para apoyar a Gaza” y prometió un “duro ajuste de cuentas” contra Israel.

En el hospital Hôtel-Dieu de Beirut, la socorrista Joelle Khadra, relató que la mayoría de los heridos tenía lesiones en los ojos y en las manos, con amputaciones de dedos y que algunos perdieron la vista.

Un médico de otro hospital de la capital libanesa, que habló bajo condición de anonimato, relató que trabajó toda la noche y que “nunca vio nada parecido”.

El ministro libanés de Relaciones Exteriores, Abdallah Bou Habib, advirtió que el “flagrante asalto a la soberanía y la seguridad de Líbano” podía “ser indicio de una guerra más amplia”.

El ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, afirmó que “el centro de gravedad” de la guerra se desplaza hacia el norte.

“Preprogramados para estallar”

Un responsable libanés de seguridad indicó, bajo condición de anonimato, que una investigación preliminar mostró que los bíperes “estaban preprogramados para estallar y contenían materiales explosivos colocados junto a la batería”.

Estos dispositivos, también llamados buscapersonas, son aparatos de mensajería y localización de pequeño tamaño que no necesitan tarjeta SIM ni conexión a internet.

El diario estadounidense The New York Times señaló que los bíperes procedían de Taiwán y fueron cargados con explosivos antes de llegar a Líbano.

Sin embargo, la empresa taiwanesa Gold Apollo, señalada por el diario como fabricante, aseguró que los aparatos fueron producidos por su socio húngaro BAC y son su “responsabilidad”.

Un portavoz del gobierno húngaro declaró no obstante que la empresa mencionada no tiene ninguna planta de fabricación en Hungría.

El presidente iraní, Masud Pezeshkian, condenó el ataque y afirmó que este incidente debería causar “vergüenza” a los países occidentales aliados de Israel.

El ataque asestó un duro revés al grupo militante, ya preocupado por la seguridad de sus comunicaciones después de haber perdido a varios comandantes clave en ataques aéreos selectivos en los últimos meses.

El “mayor golpe” contra Hezbolá

Según una fuente cercana al Hezbolá, se trata del “mayor golpe jamás asestado a la formación” por parte de Israel.

El jefe de Hezbolá, Hasan Nasralá, se pronunciará en público el jueves a las 17H00 locales (14H00 GMT).

Desde que empezó la guerra en Gaza, la frontera con Líbano se ha convertido en escenario de duelos de artillería casi diarios entre el ejército israelí y Hezbolá, que provocaron el desplazamiento de decenas de miles de civiles en ambos países.

El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, declaró que el ataque del martes se produjo en un “momento extremadamente inestable” y consideró “inaceptable” su impacto en la población civil.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, afirmó los “objetos civiles” no deberían ser transformados en armas.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, se encontraba el miércoles en El Cairo para intentar reactivar las conversaciones sobre un alto el fuego en la guerra entre Israel y Hamás en Gaza.

“Todos sabemos que un alto el fuego es la mejor oportunidad para abordar la crisis humanitaria en Gaza y los riesgos para la estabilidad regional”, declaró el diplomático, cuyo país negó haber tenido conocimiento previo de los ataques con bíperes en Líbano.

El conflicto en Gaza fue desencadenado por la letal incursión de comandos de Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, que provocó la muerte de mil 205 personas, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en datos oficiales israelíes.

De los 251 secuestrados durante la incursión islamista, 97 siguen cautivos en Gaza, aunque 33 de ellos fueron declarados muertos por el ejército israelí.

Los bombardeos y operaciones terrestres israelíes destruyeron el territorio palestino y provocaron la muerte de al menos 41.272 palestinos, según datos del Ministerio de Salud del territorio gobernado por Hamás, que la ONU considera fiables.

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