mié. Sep 17th, 2025

Por: Mauricio Palomares

México es un país que vive en diálogo constante con la tierra. Nuestra ubicación geográfica nos recuerda, una y otra vez, que los sismos son parte de nuestra historia, de nuestra identidad y de nuestro presente. Sin embargo, lo que define a una nación no es solo la magnitud de los desastres que enfrenta, sino la manera en que responde a ellos.

La visión solarpunk, que imagina un futuro sostenible, justo y profundamente humano, nos abre una ruta distinta: ver los sismos no solo como catástrofes, sino como oportunidades para repensar nuestras ciudades, reforzar el tejido social y generar comunidades más resilientes.

Lo que ya hace México

Nuestro país ha avanzado de manera significativa en prevención y cultura sísmica. Destacan varias acciones que nos colocan como referente regional:

• Normas de construcción antisísmica: en la Ciudad de México y otras urbes vulnerables, la normatividad obliga a aplicar estándares internacionales en edificios nuevos. Esto ha reducido riesgos en infraestructuras modernas.

• Alerta Sísmica Mexicana (SASMEX): pionera en el continente, esta red de sensores ha salvado miles de vidas al permitir evacuar con segundos de anticipación.

• Simulacros nacionales: cada 19 de septiembre, México entero recuerda que la prevención es colectiva, con ejercicios que involucran escuelas, oficinas y hogares.

• Participación ciudadana: tras cada gran sismo —1985, 2017— la sociedad mexicana se ha volcado a la solidaridad, demostrando que el apoyo mutuo es un recurso inagotable.

Cómo hacerlo mejor desde la visión solarpunk

La propuesta solarpunk no es futurista en exceso, sino práctica y alcanzable: poner la tecnología, el diseño urbano y la energía comunitaria al servicio de la vida. México podría dar un salto cualitativo en al menos tres ejes:

1. Ciudades autosuficientes y seguras

Integrar energías limpias y sistemas comunitarios de respaldo eléctrico y de agua en zonas sísmicas permitiría que hospitales, refugios y escuelas funcionen incluso después de un desastre. La experiencia mexicana en proyectos solares comunitarios puede ampliarse a un modelo integral de resiliencia.

2. Espacio público como refugio. 

Los parques, plazas y centros comunitarios deben diseñarse como espacios de protección civil, con infraestructura para emergencias: puntos de carga solar, bodegas de alimentos y primeros auxilios. Esto convertiría cada barrio en un bastión de seguridad y convivencia.

3. Educación para la prevención y la solidaridad

Aunque México ya realiza simulacros, la cultura de prevención puede profundizarse si se incorpora en la educación básica como eje transversal: no solo qué hacer en un sismo, sino cómo organizarse colectivamente, cómo cuidar al vecino y cómo reconstruir con sostenibilidad.

Ejemplos internacionales que inspiran

• Japón, con su disciplina preventiva y edificios inteligentes, demuestra que la cultura cívica es tan importante como la ingeniería.

• Chile, tras su terremoto de 2010, enseñó que la reconstrucción puede ser sostenible si se suman participación ciudadana, materiales locales y visión de futuro.

México, un laboratorio solarpunk

México ya tiene las semillas: creatividad, solidaridad y avances tecnológicos. El reto es integrarlas en una narrativa de largo plazo, donde cada sismo no sea solo una tragedia superada, sino un paso hacia una nación más fuerte, ecológica y humana.

En el imaginario solarpunk, el futuro no se espera: se diseña desde abajo, con manos que construyen y corazones que laten juntos. México, tierra que tiembla y se levanta, tiene todo para convertirse en ejemplo mundial de resiliencia verde y comunitaria.

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