Por Luis Martínez Alcántara
El conflicto entre Israel e Irán se impuso en la cumbre del G7 en Canadá, obligando al presidente Donald Trump a abandonar la reunión de forma inesperada. El detonante fue una serie de ataques con misiles y drones entre ambos países, mientras la comunidad internacional buscaba fórmulas diplomáticas para detener la escalada militar.
Trump justificó su partida abrupta con el argumento de que debía regresar a Washington “por lo que sucede en Oriente Medio” y advirtió a los habitantes de Teherán que evacuasen inmediatamente. Sin embargo, negó que su salida fuera con la intención de negociar un alto al fuego, alegando que su motivo era “algo más grande que eso.
La respuesta del G7 fue inmediata: aunque Trump no firmó la declaración conjunta, los otros seis líderes ajustaron el texto para respaldar el derecho de Israel a defenderse, condenar el comportamiento de Irán y exigir la protección de civiles. A pesar de ello, surgieron tensiones internas por la negativa estadounidense a suscribir algunos puntos del comunicado.
En paralelo, Israel amplió sus ofensivas y el Irán respondió con misiles que alcanzaron zonas de Jerusalén y Tel Aviv, según reportes oficiales. Se culpa a Israel de haber eliminado al nuevo jefe militar iraní, mientras Irán afirma haber atacado una base del Mossad en Tel Aviv.
Trump insistió en que Irán debe rendirse “del todo” y renunciar a su programa nuclear. Mientras, Europa y Canadá llamaron a la calma y promovieron un llamado amplio al fin de hostilidades, sin lograr aún una línea común que incluya Estados Unidos.
Por otra parte la reunión entre el Presidente Donald Trump y la Presidenta Claudia Sheinbaum se canceló tras el anuncio del estadounidense de anticipar su regreso a Washington para concentrarse en la guerra entre Israel e Irán.