sáb. Nov 23rd, 2024

Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)

Son constantes e innumerables los desafíos del mundo en general. La modernidad nos proyectó ideales de paz, igualdad, justicia social, libertad, democracia, mejora en las condiciones de la salud, entre otros.

Sin embargo, parece que aún nos encontramos a medio camino, y en éste la educación es uno de los instrumentos indispensables para que la humanidad pueda lograr esos ideales tan anhelados.

El hecho educativo lo cubre todo, desde la formación de la infancia, la socio-integración de la juventud, el desarrollo de la familia, hasta la formación de los diversos profesionistas que desplegarán sus actividades en pro de la sociedad, la preservación de la cultura y la armonización de la relación entre sociedad y aparato productivo.

Toda nación requiere un sistema educativo fuerte, acorde a sus propias características, con apertura a los nuevos conocimientos y tecnologías, pero al mismo tiempo con la misión de salvaguardar las particularidades y la riqueza autóctona de sus propios lugares.

Para cumplir con la alta misión educativa se requiere de conciencia social, así como decisiones políticas, económicas y financieras acertadas.

En nuestra era, la euforia por la tecnología se manifiesta casi en cada innovación de aparatos y mecanismos de comunicación. Aún no asimilamos una fase tecnológica cuando el mercado nos presenta otra.

La globalización se presenta como una forma de apertura que acerca a cada nación, sociedad y comunidad que están cada vez más cerca. Ante tal situación, las autoridades de gobierno, en los distintos niveles, se concientizan sobre la responsabilidad que en materia de educación descansa sobre sus hombros-

En México, el gobierno federal procura tomar los hilos de la educación que encaminen a este país a un mejor rumbo. Así, existe la necesidad de implementar políticas educativas certeras e idóneas como herramientas para lograr un proceso permanente que enriquezca los conocimientos y se genere mejor capacidad técnica, pero sobre todo, que se logre una estructuración privilegiada de la persona y de las relaciones entre individuos.

Al contribuir a una adecuada formación de cada individuo, fortalecer el tejido social y aportar los medios de interacción constructiva de los diversos grupos y comunidades, fortaleceremos el aparato productivo, mejoraremos la seguridad ciudadana, impulsaremos el bienestar económico y lograremos la realización de la persona, la comunidad y el país.

En México, en las últimas dos décadas, se implementan adelantos tecnológicos en los diversos ámbitos de la sociedad y del quehacer productivo. Sin embargo, el desarrollo es desigual  y diferenciado: existen ciudades donde ya se practica cotidianamente cualquier adelanto en la comunicación, el entretenimiento, la producción y educación pero al mismo tiempo existen comunidades aisladas que demandan acceso a esos avances tecnológicos.

Debe decirse que el acceso a los medios tecnológicos y por ende, a un mejor proceso educativo, abre la puerta a que haya un mejor reparto de la riqueza o, cuando menos, al acceso a un empleo digno con una remuneración regular.

Al final, la educación debe contribuir a la mejora del plano económico y social, a la implementación de mejores empleos y a la disminución del fenómeno de exclusión de los más frágiles.

Todos somos responsables de que el hecho educativo se cumpla a cabalidad y objetividad. Por tanto, concienticemos y mejoremos el papel que a cada uno de nosotros corresponde.

 

 

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